Pasado los 30 hay algunos temas que se vuelven cotidianos como las hipotecas, los cambios de curro, la búsqueda incesante de estabilidad, volver a la ciudad de origen, las arrugas y canas, el cambio de década y, uno de los temas TOP, es la maternidad o paternidad. Hemos pasado de elegir que estudiar, a que uni ir, a dudar de a qué festivales acudir a plantear descendencia y ver dónde vivir. En este escrito te voy a hablar sobre la maternidad y de cómo me atraviesa cuando a mi alrededor, más o menos cercano, nacen bebés, se habla de tenerlos y del deseo de crear familia como tal.
De hace mucho decidí no ser madre. Y tampoco me gustan lxs niñxs. ¿Tengo algún trauma? Si, como otras personas que deciden ser madre. ¿Quién no tiene un trauma en mayor o menos medida? ¿Quién no ha vivido situaciones desagradables? En algún momento, concretamente dos, he podido enlazar cómo la situación de mi familia ha podido nutrir la decisión de no ser madre. Sin embargo, cuando pienso con serenidad y calma en esa opción, analizo la responsabilidad que lleva, mi estilo de vida, hacia donde quiero caminar, cómo está la sociedad… Es un NO muy claro. Sin miedo ni evitación. Es mi verdad y mi realidad. Mi propósito conmigo misma no pasa por ser madre. Decido no ser madre porque la implicación que conlleva no es la que quiero experimentar, ni vivir.
Cuando recuerdo mi infancia, me vienen muchas imágenes preciosas, divertidas, alegres, llenas de ocio, actividades preescolares, comida rica en casa, viajes… y también hubo momentos chungos. Y doy gracias que éstos, actualmente, no nublan la luz que hubo. Mi adolescencia fue algo peor y creo que aquí muchos seres compartimos muchos malestares de esta etapa.
Quiero llevarte a reflexionar sobre cómo estás viviendo este tema. Si eres de las que quiere, que no quiere o que no sabe. A lo mejor ya lo(s) tiene(s.) Tanto estés a un lado u a otro, creo que es importante dejar de usar ciertas frases que pueden ser muy dañinas. Resumir la decisión de no ser madre a: TIENES UN TRAUMA FAMILIAR, NO TE LLEVAS BIEN CON TU NIÑA INTERIOR, TIENES MALA RELACIÓN CON TU MADRE, TU ABUELA…
Cada vez que miro una foto mía de pequeña, me teletransporto a ese momento. Trato de revivir esa época y recordar los buenos momentos. De hecho, me gusta mucho ver fotos de mis Yoes pasados. ¡Qué lejos me quedan ya muchos momentos! Esta foto que ves aquí, era en casa de mi madrina. Donde pasaba mucho tiempo con su hijo que tiene 3 meses menos que yo. Jugando, riendo y creciendo.
Desde hace 2 años la relación con mi madre está cambiando a mejor. No somos mejores amigas ni quiero serlo. Para mí está bien como está siendo. Ni pretendo ya que sea otra cosa. Antes huía de ella y ahora siento mucha curiosidad. Y desde el curso de vipassana, ha emergido una admiración grandiosa que no sé cómo describirla… Es una experiencia sentida, no pensada.
Durante la transformación de nuestro vínculo, hay más momentos donde ella se abre y me cuenta de su vida. Me da la oportunidad de ver quien es, y de donde viene. Se crea una intimidad madre-hija que nunca hubiera imaginado. Esto me hace sentir muy agradecida por no tener una madre perfecta pero sí, por poder vernos con los ojos del corazón. Ambas nos mostramos hasta donde podemos según el momento. Y esto peña, tampoco enciende en mí el deseo de maternar.
Y no, muchas decisiones no tienen por qué cambiar, ni me tiene que llegar el momento de. Otras frases que podemos dejar de decir.
Es cansado, invasivo y una manera de invalidar socialmente aceptada una decisión que toman muchas personas. Cuando me salgo de la norma, a veces siento que no pertenezco. Incluso hay personas que me excluyen o dejan de tenerme en cuenta por hacer algo diferente a ellas. Y no solo con el tema de la maternidad… ¡Realmente solo es eso! Estoy haciendo algo diferente a lo esperado como norma: nacer, crecer, reproducirme, morir. Yo he quitado el reproducirme.
Ojalá más conversaciones donde simplemente compartamos nuestras decisiones de vida y podamos sentir curiosidad por lo contado, sentido y escuchado. Doy gracias a tres buenas amigas, dos de ellas ya madres, que han acogido mi decisión con cariño y humor. Madres con las que comparto su maternidad. Hago preguntas sobre cómo lo viven y escucho con curiosidad. De hecho, siento mucha admiración por una de ellas. Veo una entrega total a su hija que hasta me saltan a veces las lágrimas de lo que me cuenta de sus gestiones, dificultades, momentos dulces… He sido, y soy, testigo de su maternidad. Y también hemos compartido muchos momentos de esta etapa, que realmente ya es su vida. Aunque no me gusten lxs niñxs,con lxs de mis amigas estaré, y estoy, presente. Amo a mis amigas y respeto sus decisiones importantes. Y una cosa no quita la otra. No las excluyo ni las aparto de mi vida. Aun sabiendo que muchas cosas, no volverán a ser como antes. Un reto de adaptación y transformación en las relaciones de amistad. Un duelo por nuestros momentos compartidos. Una bienvenida a lo nuevo. ¿Cómo nos vinculamos a partir de ahora? Tengo claro que en las relaciones, nada o pocas cosas son fijas. Y aferrarme al pasado no tiene ningún sentido. Por eso, para mí es importante explorar el cómo nos podemos seguir encontrando, compartiendo, celebrando y disfrutando de lo que somos, aunque no hayamos tomado un mismo camino.
El otro día le decía a una amiga-madre, que, aunque nos viéramos poco, seguiré poniendo de mi parte porque ella es importante para mí. Y quiero seguir sabiendo de ella,de su hija, de su pareja, de su vida… y por supuesto, ¡compartir las risas! AMOR y HUMOR hasta el infinito. Con humor todo se hace más ligero y el vínculo se afianza. Al menos así lo vivo yo.
Gracias a mis queridas Kati, Laura y Yania por hacérmelo fácil con mí no maternidad.
Y a ti, gracias por leerme.