Estar es la acción o el estado permanente o transitorio de una “forma de Ser”. Y hay tantas “formas de Ser” como cuerpos vivientes. Cuerpos expresando y compartiéndose. Cuerpos abriéndose paso entre mentiras narradas sin fundamentos. Cuerpos acercándose a las verdades de Amar sin posesión. Un Amar puro que, practicamente nadie entiende ni siente. Incluida yo.
Sé -que el Estar con Amabilidad-, es el sostén cuando me coloco frente a otros seres, y a la vez, frente a mí misma. Me coloco a través de un prisma creado por un silencio melódico y un ruido armónico de nuestras mentes contaminadas. Cuando alcanzo la quietud del Estar aceptando lo que hay en mí y lo que hay en otras personas, ocurre la transformación.
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Muchas veces forzamos ese ‘Estar’ sin tan ni siquiera saber cómo Somos en nuestra pura esencia y autenticidad. Olvidando lo espontáneo. Tratando de encajar en lo “normativo”. Donde nos perdemos, engañamos y dañamos.
Sentimos vergüenza por lo que fuimos al nacer. Reprimieron nuestro brillo, nuestra vitalidad y espontaneidad. Cortaron la energía primaria del fluir interno. Nos dijeron NO a nuestro SER. Siendo inocentes, nos culparon. Empezamos a caminar y nos desviaron. En vez de mostrar interés por lo que traíamos, nos colocaron una mochila que no habíamos pedido. Y ahora, ¿qué? Nos toca vaciar esa mochila de las cargas para meter los recursos que necesitamos. Incluso cambiar la mochila por una riñonera, un bolso, los bolsillos de los pantalones o por nada. Es hora de desobedecer. Soltar la carga de aquello que no elegimos. Dejar de seguir el camino que nos indicaron para tomar aquel que sentimos. Dar protagonismo a nuestros sentidos e intuiciones a través de la unión cuerpo-mente (sensación-atención).
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Yo también olvidé que era Estar conmigo y Estar con otros cuerpos. Buscaba la manera de Ser lo que no Era para entrar en la Norma y no sentirme excluida. Quería pertenecer y formar parte de algo más grande que mi individualidad. Seguí el camino que yo no elegí y me caí. Me caí tropecientas veces y me choqué otros miles. No sabía Estar. Ni sabía su significado. Desconectada por mi propia ansiedad y mis neuras. Anestesiándome en cadena en cuanto desde mi interior, asomaban señales. Algunas de éstas gritaban, otras me hacían trizas las entrañas. Me asustaba saber y decidí, no saber…
Ahora, auqnue parezca que sé, no sé mucho más. Sin embargo, lo que voy sabiendo con más claridad es, sentir mi cuerpo para acercarme a mi verdad. Una verdad conviviendo con otras verdades. Sin luchas ni imposiciones. Simplemente sintiendo, siendo. Y en este Sentir aprendí a Estar. Con lo que hay, me guste o no. Duela o no. Sea agradable o desagradable. Experimentarlo una y otra vez, me conduce al saber Estar con todo esto y conmigo. Y a su vez, puedo estar con otras personas
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Al habernos desconectado de lo que Somos, volver al Estar necesita de práctica. Además de paciencia, tiempo, humildad y honestidad. Siendo una dedicación pactada, prolongada y continua hasta integrarla en nuestro cotidiano. Si hay esfuerzo, por ahí no es. Si hay lucha, tampoco lo es. Cuando os hayáis embarcado en este viaje y os encontréis con esfuerzo y lucha, parad. Sed amables con ustedes y haced algo diferente. Y en ese hacer, también podéis descansar, no saber y habitar la sensación de < estar perdidx>. Cuando creáis conveniente, seguid con la práctica. Continuad el viaje.
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[Fragmento del cierre de un proceso con un terapiado] YO: ‘De mi persona como terapeuta, ¿qué es lo que más te ha servido?’ TERAPIADO: ‘Tu estar. Cuando vengo, estás.’ Con esta frase entendí todo lo que llevaba procesando e integrando desde hace un tiempo largo. No son las técnicas en sí. Es la vibración y la presencia del Estar -con amabilidad, Amor, compasión y escucha-, lo que sostiene un proceso personal. Y parte de nuestras Vidas.
Esta devolución me llevo a escribir esta reflexión para compartirla. Espero os inspire y acompañe en vuestros viajes.